Adolfo Céspedes Maestre
Universidad
Reformada
Una
de las labores específicas de la iglesia es de dar acompañamiento en áreas
difíciles en las que las personas se sienten vulnerables, brindar apoyo,
consuelo, refugio y estimular de una a otra forma al crecimiento integral de
cada ser humano que convive en su comunidad; pero vivimos una triste realidad
que en vez de cooperar en su desarrollo personal a veces destruimos no solo sus
medios sociales sino también su interior, creando una crisis potencial. La
iglesia es la comunidad idónea para ofrecer ayuda solidaria en situaciones de
crisis.
Las
comunidades en donde se lleva una mala práctica de ayuda al dialogo a las
relaciones personales, solo se han centrado en
buscar interiorizar el dolor individualmente en cada pieza del cuerpo
conyugal, buscando culpables, y no a mirar el contexto, la base y las fuentes
que pudieron haber producido esta rotura.
Otras
comunidades solo han visto como se ha producido, porque, para que, cuáles han
sido las causas y consecuencias de esta fase del rompimiento de un vínculo
matrimonial, pero no han analizado el dolor de la perdida, las consecuencias
psicológicas, espirituales, y hasta físicas que pudieron haberse creado en esta
crisis. Eso nos indica que no se ha llegado a un equilibrio para la mejora
social de las comunidades.
En
sentido amplio, divorcio significa toda separación legal que se presente entre
los esposos. En sentido estricto, significa la ruptura del vínculo conyugal que
los liga.
Pero
al conocer de qué se trata el divorcio y que implicaciones etimológicas contrae
necesitamos considerar un cierto tipo de cuestionamientos que nos lleven a un
amplio conocimiento a cerca de una labor sana para los divorciados y los que
están viviendo esa realidad, como ¿Cuál es el plan de Dios para el matrimonio?,
¿En realidad conocemos sus funciones?, ¿Será que en verdad somos una iglesia
que brindamos el acompañamiento pastoral
que los divorciados necesitan?
Es
por esto que la iglesia frente a esta realidad debe tratar de acudir como
respuesta a una sociedad en dónde se trabaja de tan mala forma frente a esta
situación, pero para que sea más efectivo su labor debe tratar de responder a
los siguientes aspectos ¿Qué clase de estabilidad socio-afectiva producirá un
planteamiento educativo a estas comunidades en cuanto al tema del divorcio?,
¿Qué tipo de Dios estamos presentando en nuestra comunidad en cuanto al grupo
de personas que sufren crisis de separación conyugal?, ¿Será que la Biblia
condena o ayuda a los divorciados? Pero más si están o no de acuerdo debería
ser ¿De qué manera abordaran el tema de tal manera que pueda presentarse
propuestas salutogenas para su comunidad y su contexto social?
Se
Abarca a las comunidades pentecostales evangélicas de la ciudad de Barranquilla
actualmente, no importando su aspecto Conciliar o composición denominacional; las Iglesias
evangélicas pentecostales son aquellas que tenemos más cerca de nuestro
análisis, es por esto que se toma el atrevimiento de plantear una correcta
manera de acercarse a las personas afectadas por estas crisis.
Entiéndase
iglesias Evangélicas como las diversas denominaciones cristianas que aunque
presenten diferentes grados de diferenciación entre sí, a nivel de
eclesiología, liturgia, o doctrinas secundarias, afirman tres creencias básicas
dentro de su doctrina primordial: la trinidad, salvación solo por la fe en
Cristo y la infalibilidad bíblica.
Las
iglesias que conviven con tantos marginados, y familias con problemas de
violencia intrafamiliar son los más afectados y por lo tanto son aquellos que
necesita de la orientación teológica, psicológica y social inmediata a la vez
que unas pautas claras para su abarcamiento ante este de manera eficaz, que fortalezca los lazos del amor, en sus
comunidades. A esto fue llamada, a emprender a los feligreses en el amar a Dios
y al otro, como a sí mismo. El amor es la fuerza y la única unión del
matrimonio. Si se disuelve el vínculo del amor; si no existe la propia
identificación en la otra persona –entonces, el vínculo legal de la ley
matrimonial deja de tener todo sentido. La unión del amor es antes y mayor que
la ley civil o el rito religioso, que son la consecuencia de la expresión de
ese amor.
Por
eso debe tomar en cuenta que bajo esta base las comunidades deben construir sus
relaciones sociales, sobre el amor al otro, aunque se crearan situaciones de
divorcio en medio de ella. Relaciones
personales e interpersonales que no crezcan sobre el fundamento del amor y la
solidaridad para con el otro, no son relaciones de justicia y llenas de
comprensión.
Por
esto podríamos afirmar que según la base de nuestra experiencia la mayoría de
las familias pentecostales se han roto por problemas de comprensión y de saber
resolver sus problemas, la tan mala forma de resolver sus problemas ha sido el
causal de matrimonios rotos en estas comunidades. Pero veamos que el amor
construye la igualdad, que es tan necesaria más cuando se habla de encontrar
culpables en esta problemática que nos agobia.
En
este tipo de comunidades religiosas, se observa que aunque otras prefieren
vivir el miedo y el ahogo a una violencia intrafamiliar, que vivir quizá como
un supuesto castigo por parte de Dios al tomar la decisión de divorciarse.
Prefieren vivir una vida llena de maltratos y de hijos desorientados y viendo
el reflejo de este tipo de situación, para luego ser ellos mismos los herederos
de fracasos familiares. Frecuentemente se requiere de la intervención de los
psicólogos y de pastores especializados en esta área.
Entre
los conflictos más difíciles de resolver en los procesos de ruptura familiar es
el contacto de los hijos con los padres después de la firma en el juzgado, los
niños siempre tienden a ser los más perjudicados en estas comunidades, algunos
de estos crean resentimientos con las mismas comunidades, con sus padres, y
hasta con Dios. En los divorcios conflictivos es frecuente que las disputas
interparentales se mantengan durante diversos años, permaneciendo los
integrantes de la familia en una situación traumática durante un espacio de
tiempo considerable. Una de las razones por las que el divorcio puede ser
particularmente estresante es la probabilidad de que sea precedida y seguida
por un período de conflicto en muchas de las áreas de sus vidas.
Cuantas
personas sienten que se violan sus principios, derechos y valor, por el
pensamiento egoísta, por la búsqueda del placer y el querer de los propios
beneficios de su otro cónyuge. Pero cuando ayudamos a estas personas a
enfrentar sus situaciones de crisis conyugales, generamos aceptación y con ello
las ganas de seguir adelante y enfrentar el rompimiento.
Algunas
de las causas y de los problemas comunes en las relaciones matrimoniales que
generalmente terminan en divorcio, es que uno de ellos está insatisfecho, o no
es consciente de alguna forma de las heridas que causan en el corazón de cada
persona, quizá porque no comunica abiertamente sus sentimientos, así que lleva
un diario mental de todas las injusticias que percibe de su cónyuge, y termina
distanciándose, inconforme y buscando motivos para la ruptura, y de pronto
debido a esto decide abandonar al otro
por alguna una crisis o debido a otra persona, así pide el divorcio y queda
satisfecho por el.
La
iglesia debe ayudar a la persona a
identificar las necesidades no
satisfechas de su ex cónyuge, ya que siempre tenemos la tendencia de mirar sus
errores y nunca hacer introspección, de manera que ellos puedan preguntarse
¿será que necesitaba su cónyuge amor incondicional?, ¿le hacía falta a su
cónyuge un sentido de reconocimiento e importancia dentro del matrimonio?,
¿podía haber necesitado mayor seguridad emocional dentro de la relación?, así
mismo llevar algunas pautas para su sanidad, como reconocer que
independientemente de si querías divorciarte o no, estás viviendo un serie de
cambios y perdidas, que te provocan diferentes emociones negativas y afectan
toda tu vida, es importante que entiendan que lo que sucede es normal, y que
aunque muy doloroso es un proceso que tiene un principio y también tiene un
fin, el final no es la firma ante el juez,
es el momento en el que logras tu recuperación física y emocional.
A
demás logramos ver claramente que la biblia no condena a las personas que
nuevamente se casan, ni el mismo Jesús lo hace, solo deja una voz en la
conciencia de cada persona, y es que tengan bien definido las funciones de un
matrimonio, la longevidad, y sus propósitos específicos, que no es un juego
como muchos judíos de aquella época lo tomaron, sino que es una responsabilidad
de dos personas que tomaron una decisión de convivir juntos, el mismo pablo en
muchas de sus cartas hace ver la importancia, aunque cree que solo es posible
el divorcio por la razón obvia de mutuo
acuerdo. Es por esto que creemos firmemente que no solo es el hecho de aceptar
si es posible o no, si no los resultados imprescindibles con los que la iglesia
debe acudir.
Hay
que guiar a la gente a practicar a algunas pautas para su sanidad, como
reconocer que independientemente de si querías divorciarte o no, estás viviendo
un serie de cambios y perdidas, que te provocan diferentes emociones negativas
y afectan toda tu vida, es importante que entiendan que lo que sucede es
normal, y que aunque muy doloroso es un proceso que tiene un principio y
también tiene un fin, el final no es la firma ante el juez, es el momento en el que logras tu
recuperación física y emocional.
Debe
darse permiso para sentir cualquier emoción que surja, no la nieguen, debe
expresarlo de manera adecuada, en el lugar, momento, persona y forma adecuada.
Reconocer, aceptar, expresar y trabajar por ellas es la forma correcta para lograr una sanidad.
Debemos
estimular y agregar ideas positivas y de motivación, que de una a otra forma se
creara un bien de todo esto que está sucediendo, y que de esta manera pueda
buscar nuevas actividades y relaciones que sean parte de su ayuda, si tienes
hijos, necesita que ellos puedan comprender la situación tal y como ella es, y
a la vez que no se involucre con una nueva pareja hasta que realmente este
recuperado, haya sanado sus heridas y trabajado sus emociones, como labor
pastoral necesitamos apoyarlos en la etapa de la crisis, de la reorganización y
la etapa del ajuste.
Queremos
proponer una forma o un mecanismo para que los pastores pentecostales puedan
realizar un acompañamiento terapéutico, pastoral para los divorciados o los que
están atravesando este tipo de crisis, es una manera en que estos puedan a
cercarse a sus feligreses y crear sanidad en sus comunidades.
1. Escuche con atención y solicitud
Eso
permite que la persona afligida se desahogue y que el consejero o el pastor se
informe de la situación.
2. Haga algunas preguntas con delicadeza
pero con persistencia
¿Desde
cuándo existe este problema en el hogar? ¿Por qué ahora representa una crisis?
¿Quién se siente como el más afectado? ¿Cómo sienten la relación conyugal?
¿Cuál fue la real causa de la separación? Esto ayuda a las personas a examinar
el problema en su totalidad y a obtener una perspectiva más amplia. También les
ayuda a tomar consciencia de sus recursos internos y externos, y a disminuir el
nivel de confusión y ansiedad.
3. Provea información vital
Es
importante poseer la información clara a cerca de la naturaleza y la dinámica
de los porqués del divorcio, y aun a quienes se interviene en el proceso, para
que comiencen a buscar o a orientar sus formas de relacionarse unos a otros.
4. Esclarezca las posibles alternativas
viables, y determine los conflictos, problemas y decisiones más importantes que
de ellas se derivan
Una
de las mejores formas para lograr estos resultados son las preguntas que se le
puede formular al cliente o aconsejado. Como ¿Qué ve usted ahora como las
verdaderas opciones que tiene por delante? ¿Cuáles serian las posibles consecuencias
de cada una de ellas? ¿Podría usted enfrentar estas posibilidades? ¿Cuáles
podrían ser los efectos en usted y en su familia de sus próximas decisiones?
5. Ayude a la persona a escoger el próximo
paso y a darlo
No
importa si ese pequeño paso es pequeño, será de gran ayuda para romper la
parálisis de la indecisión crónica. El pastor no tiene que decirle que hacer,
porque estaría haciendo a una persona co dependiente, más bien debería ayudarle
a planificar los pasos que debería esta persona dar, para descubrir
posibilidades de mejoría o de terminación de la relación.
6. Ore con esta(s) persona(s)
Esto
ayuda a las personas afectadas a depositar sus cargas en las manos de Dios (y
no en las del consejero o facilitador), y al consejero a no llevarse la carga a
casa. (Maldonado J. 2005)
La
separación no es un fracaso, el proceso de duelo puede ser una oportunidad para
crear nuevas alternativas en nuestro espacio de vida. Este ensayo fue elaborado
con fines muy personales desde mi realidad, una realidad que quizá aunque fue
muy dura, en donde hubo momentos de desesperación, negación, rabia, culpa,
autoestima baja y muchas otras implicaciones, la iglesia en general me brindo
el consuelo que necesitaba.
Hoy
se puede ver la recuperación de la que he salido. Este trabajo es para aquellos
que quizá no la han conseguido y que han sentido que sus iglesias no han realizado una labor eficaz en su dificultad,
al igual que a los pastores animarlos a darles la atención necesaria para este
grupo de marginación poco tenido en cuenta.
La
iglesia sabe que los procesos de crisis que viven las personas, son su labor
esencial, ellas viven para ayudar a la comunidad, y en este proceso de dolor
como lo es el divorcio, es necesario que ella se haga presente, de manera que
pueda presentar una teología sana e incluyente, y con una de las ramas de la
ciencias humanas como lo es la psicología podamos tener nuestros auditorios
eclesiásticos llenos de personas que han podido superar esta crisis, que puedan
encontrar a un Dios que los humanice cada vez más, produciendo así una sociedad
con valores éticos tan fuertes, en donde pueda predominar la justicia, y el
amor mutuo.
Bibliografía
- Maldonado,
J.E. Crisis, Pérdidas y consolación en la familia. Libros Desafío. 2005. Pp. 36.
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