Adolfo Céspedes Maestre
Universidad Reformada
“Desde el comienzo de la vida en la tierra, la violencia ha sido el mecanismo de control más usado y a medida que se fueron consolidando las estructuras sociales, así el afianzamiento del machismo y la discriminación contra las mujeres.”
Marlene Sáenz Castro
Uno
de los debates más gustosos dentro de esta cátedra que llamo la atención no
solo del publico, sino personalmente de mis centros intelectuales, era el
dialogo que se divulgo referente a la lucha que la mujer a emprendido desde
mucho tiempo, y que aun ahora es una voz que se escucha dentro de los ensayos
feministas mas ponderosos.
Este
no pretende ser un ensayo netamente feminista, pero si una reflexión que nos
haga entender lo importante que fue la lucha de la mujer en la iglesia, como lo
es y como lo seguirá siendo aun dentro de la historia, para un paradigma
patriarcal en donde las reglas hechas por hombres son las únicas valederas.
Esta
presentación académica no es una visión retrospectiva de la historia del sujeto
femenino y de sus luchas en el proceso de su posición como personas con voz y
voto, como sucedió en la presentación. Sino es mas bien una vista teológica de
la mujer, y de cómo hasta religiosamente se ha abusado de ella.
Es
de esperarse que las iglesias en donde se habla de ética, de moral, de una vida
cristiana, la igualdad en las mujeres puedan hacer eco, pero la realidad es
otra. Son estas instituciones aun mas de talla fundamental y carismática, en
las que la asistencia de las mujeres es más voluminosa, la que a veces
discriminan con más auge a las mujeres, en donde se les mira más como objetos
sin valor, y que se les puede utilizar al gusto del hombre, arguyendo que este
es la cabeza, y que ellas solo son los instrumentos de estos. En otras se ve
como instrumentos de pecado, de lujuria, tentaciones sexuales e infidelidades,
dándole poca dignidad al cuerpo femenino.
Triste
es decir en nuestros días que las mujeres siguen siendo victimas de la
violencia social, económica y domestica (Carvalho, Esly 2000) pero mas triste
es saber que muchas de estas mujeres que sufren violencia de este tipo, asisten
a nuestros servicios culticos.
La
iglesia debe ser la primera a levantar su voz profética y denunciar el terrible
secreto de la violencia domestica, empezando con lo que pasa en su propia casa.
(Carvalho, Esly 2000)
La
cultura patriarcal, y como parte de la misma la religión patriarcal –en América
latina como en cualquiera parte del mundo, -vuelve “invisible” a las mujeres y
sus preocupaciones. La rigidez de la enseñanza tradicional sobre la ética
sexual es un nivel más en este marco amplio. El machismo (Latinoamericano),
cualquiera sea la forma de definirlo, también deja su marca en la teología.
(Vuola, Elina 2001)
Pero
existe un “Pero”, es que la mujer también ha hecho irrupción en la historia
como sujeto político, social, religioso y moral. Dicha irrupción cuestiona en
su raíz las estructuras patriarcales de la sociedad y de las religiones.
(Tamayo A., Juan Jose 1996) esto ha conllevado a un progreso en la política, en
la sociedad, y demás. Y nuestras iglesias no pueden ser la excepción.
Las
mujeres ocupan un lugar importante en nuestras congregaciones (hay que aprender
a reconocerlo), y debe ser denunciado el maltratado por ellas, que va desde el
verbal, de acciones, físico y demás. El gran
problema es que el silencio se ha apoderado aun de nuestras iglesias, ha
dominado nuestra cultura, porque pensamos que son los seres humanos indefensos
y sin protección de ningún sujeto, que merecen el trato que se les da; pero es por
esto que Dios se coloca a su defensa, ya que la mujer ha venido a representar
un genero marginado por la sociedad, el mercado, y hasta de las comunidades
eclesiales; las victimas de la ideología machista, necesitan de alguien que los
rescate de su marginalidad, y Dios a través de nosotros representa esa mano
extendida, ese socorro en el naufragio de un mar de pobreza en las instituciones
religiosas.
Es
sorprendente el contraste entre iglesia y el precursor de la iglesia, entre lo
que es y lo que ha venido siendo la iglesia. Al observar en los evangelios que Jesús
en sus caminos evangelizadores fue acompañado y apoyado por las mujeres que le
seguían, vemos que Jesús nunca apoyo la discriminación de estas, es mas uno de
los textos mas claros que he leído y que ha sido de inspiración para este
escrito es el de Elsa Tamez, Las Mujeres en el movimiento de Jesús el Cristo;
en este ella nos recuerda parafraseando que había muchas mujeres y no solo una
que acompañaba a Jesús en su ministerio, y que este buscaba la transformación
social, aun en medio de un contexto romano de discriminación y de tantos
problemas sociales, como es el de la mujer; pero Jesús no hacia distinción
entre mujeres y varones; por el contrario, una de sus características consistió
en proponer un orden de vida diferente al modelo jerárquico. (Tamez, Elsa 2003)
Jesús
sintetiza ejemplarmente en su persona el elemento masculino y el femenino.
Ahora Jesús tampoco propone un modelo de mujer, solo las acepta en su
inaceptación social, y con esto lleva a las mujeres a proponer y reinventar un
modelo. Jesús fue en contra de los poderes establecidos, por eso murió y
resucito, eso quiere decir que murió por la causa de la emancipación de
las mujeres también.
Pero
no nos alejemos en la historia bíblica, muchos antes de Jesús en el antiguo
testamento, en el génesis, encontramos algo que nos sorprende y que nos deja a
la verdadera intemperie de una situación en particular, que a pesar de haberse
escrito en un contexto totalmente patriarcal, como es la creación, fue
transmitida por la tradición yahvista, para hacernos entender que el mito nos
dice que la mujer sale de la costilla del hombre, o sea que la coloca al lado,
a su misma altura, a su mismo nivel, y con idéntica dignidad. Tal atrevimiento
de declarar a la mujer semejante al varón, debió de haber irritado enormemente
a sus contemporáneos, y sin duda constituyo una idea revolucionaria en su
época. (Valdés, Ariel Álvarez 2006)
¿Pero
que respuesta daríamos aquellos mismos textos que supuestamente apoyan la
discriminación de la mujer?, y que sutilmente usan las iglesias para destronar
a la mujer de la posición que Dios le dio desde un principio. Elsa Tamez
contesta “Muchos textos fueron victimas
de un contexto”, porque numerosos estudios prueban la amplia participación
de la mujer en la historia de la iglesia y en el cristianismo primitivo…
desgraciadamente esta participación fue eliminándose paulatinamente. Pero documentos
bíblicos y extra bíblicos hacia fines del siglo primero y con más fuerza
posteriormente, muestran como fue silenciándose a las mujeres. (Tamez, Elsa
2003)
Cada
uno de estos asaltos en la comunidad cristiana primitiva no fue más que un tipo
de violencia dentro de las iglesias, una violencia ética y social. Creo que
para devolverle a la mujer su diginidad, y no solo a ella, sino a todos los
marginados, es asumir como tal una actitud de religación de las relaciones personales y hasta impersonales (Dios
– Hombre – Mujer- Naturaleza). En esta unión se lograra hacer de ella una
familia o de un tipo de vida familiar, para ir en contra de la violencia, y
estar del lado de la conciliación y de la paz, al igual que le devolveremos un
valor humano absoluto a los discriminados, y éticamente se proveerá dignidad
para estos.
No
mas el modelo familiar de alguien que gobierna, controla, ordena y manda. Sino
de una participación mutua de poderes
y de roles en la casa, en donde se atiende cariñosamente los conflictos mutuos,
se lucha juntos, y se escucha las necesidades del otro.
Frente
a esta situación tan penosa y tan difícil de aceptar, porque son nuestras
propias comunidades las que emprenden la violencia contra las mujeres, propongo
reeducar la función de géneros en las comunidades religiosas, escolares,
universitarias, y lo más importante en las casas (Ya que es allí donde se
desprenden muchos de los principios de trato a la mujer). Esta nueva forma de
educación, debe promover el respeto por la diferencia de genero, donde se
valore y reconozca a los seres humanos no solo por sus roles y sus funciones,
sino por ser personas.
Creo
firmemente que cuando se presenta una nueva forma de ser masculino en nuestras
iglesias, en donde se incluya no solo aceptar, sino apreciar socialmente lo
femenino, se estará dando un progreso o un avance a los pasos de la misma
iglesia.
La
revolución de los derechos de la mujer es una obra de gracia de Dios (Haciendo
una diferencia con el feminismo, que en
su búsqueda de libertad cae en la exclusión del hombre al igual como ser humano.
Pidiendo ser respetada, pero sin un respeto ante ellos varones como seres
humanos iguales, algunos le llaman matriarcado.), gracia para con aquellas
mujeres marginadas por una sociedad que las aleja de vivir sus vidas de
mujeres, y que las somete a múltiples opresiones. La violencia contra ellas es
cada vez mas fuerte, pero sobre la base de un falacia idealista de los
patriarcalitas.
Ante
este sometimiento injusto, y ante las puertas cerradas para aquellas que traten
de hacer teología a favor de las mujeres oprimidas, esta la gracia de Dios que
nos ha sometido a desenmascarar los golpes bajos dados de la forma tradicional
de ver a la mujer, para dar nuevos significados a una sociedad que debe cambiar
sus argumentos de trato y especialidad a la mujer.
Mujer
no significa placer sexual, o un objeto de servicio para el hombre en el hogar,
ella merece su respeto y su comprensión, y como tal debe ser reconocida y
tratadas como seres humanos.
Allí
vemos la atención de Jesús en su ministerio, referente a las mujeres, como
muestra de la labor de Dios, y de su gracia inmerecida, de su amor incomparable
en cuanto a aquellos que han sido tomados como pocos (Cuestión a la que nos
referimos anteriormente, citando el texto de Elsa Tamez).
El
hombre en su búsqueda de hombría y de superioridad piensa que ellos son lo que
deben tener riquezas, poder, posición social, mujeres atractivas, y son los que
siempre están listos para el sexo, dispuestos a eyacular y dar satisfacción a
las mujeres, nunca podrán ser rechazados, ni traicionados por una mujer, éxito
en el trabajo o en lo económico, desafío permanente del peligro y negación de
los procesos de duelos. (Moya, Cesar 2007)
Bajo
estas tradiciones culturales, hemos estructurado la base de nuestras familias y
hogares, dando así paso a un transmisión cultural generacional, en donde el
hombre como macho, trata de no perder el control y sigue poniendo las pautas
para sus relaciones en lo más intimo de su casa.
Es
por esto que, Recuperados el sentido
crítico y la autonomía, la mujer lee la biblia desde la hermenéutica de la
sospecha. Y el texto sagrado, que hasta ahora era un instrumento ideológico al
servicio de la opresión de la mujer, se convierte en principio inspirador de la
lucha de las mujeres por la emancipación integral y contra la dominación
patriarcal. El esfuerzo hermenéutico se concreta en la reconstrucción feminista
de los orígenes del cristianismo, que descubre el protagonista de las mujeres
en el seguimiento de Jesús desde galilea hasta el Gólgota, las libera de la
marginalidad a que fueron sometidas por la interpretación jerarquico-patriarcal
del cristianismo primitivo y les reconoce sus centralidades en la expansión de
la fe cristiana mas allá de las fronteras judías. (Tamayo A., Juan Jose
1996)
La
manifestación de la gracia de Dios es visto en el cese del sufrimiento de las
mujeres, por el reconocimiento de los hombres en la igualdad de mujeres y
hombres. Ni ellas son más que los hombres, ni ellos están sobre ellas, cuando
la opresión cultural dominante es destruida, la gracia de Dios es manifestada
como aceptación de niveles de igualdad entre seres humanos, y no humanos. (En
el caso ecológico de la naturaleza)
El
respeto de un hombre por la diferencia de genero, y reconocer que los seres
humanos no lo son por sus roles, sino por ser personas, es una manifestación de
la gracia de Dios y permitir que las mujeres hagan parte del reino de Dios, del
amor inmerecido de Dios.
Dios
no es intrínsecamente masculino, pero tampoco lo es femenino, esta de parte de
aquellos que viven la vida desde la igualdad de genero, y la aceptación de la
diferencia.
Debemos
ser participes de la manera en como Jesús se acerco a los discriminados, con el
discipulado de iguales, con la aceptación de los diferentes. La aceptación de
las diferencias caracteriza a una persona sana integralmente, y con ello la
hace cada vez más eficaz para tener mejores relaciones. Así la gracia de Dios
se hace parte de la realidad, cuando estas mujeres antes en la marginadad ahora
celebran la liberalidad y su emancipación.
¡A
las mujeres no se les maltrata de ninguna forma, se les respeta y se las acepta
como iguales!
BIBLIOGRAFÍA
- Carvalho, Esly (2000) Un
Secreto Bien Guardado: Violencia Domestica. En: Revista Signos de Vida. Pp. 41
- 43
- Valdes, Ariel Alvarez.
(2006) Adán y Eva: ¿Origen del Hombre y Denuncia Social? En: Revista Signos de
Vida. Pp. 22 – 25
- Tamez, Elsa (2003) Las
Mujeres en el Movimiento de Jesús el Cristo. Ecuador: CLAI.
- Tamayo A., Juan Jose. Hacia
la Comunidad. 4. Imágenes de Jesús. Editorial Trotta. Sagasta, Madrid. 1996.
Pp. 74-76.
- Moya, Cesar. Una Identidad
Masculina Sana. En: Revista Signos de Vida. Septiembre 2007. Pp. 19-23
- Vuola, Elina. El Derecho a
la Vida y el Sujeto Femenino. En: Revista Signos de Vida. Septiembre 2001. Pp.
6-9
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