martes, 12 de junio de 2012

VIOLENCIA CONTRA LA MUJER Y SUS IMPLICACIONES TEOLÓGICAS: Una Reflexión desde la lucha de la mujer en la iglesia.


Adolfo Céspedes Maestre
Universidad Reformada

“Desde el comienzo de la vida en la tierra, la violencia ha sido el mecanismo de control más usado y a medida que se fueron  consolidando las estructuras sociales, así el afianzamiento del machismo y la discriminación contra las mujeres.”
 Marlene Sáenz Castro
Uno de los debates más gustosos dentro de esta cátedra que llamo la atención no solo del publico, sino personalmente de mis centros intelectuales, era el dialogo que se divulgo referente a la lucha que la mujer a emprendido desde mucho tiempo, y que aun ahora es una voz que se escucha dentro de los ensayos feministas mas ponderosos.

Este no pretende ser un ensayo netamente feminista, pero si una reflexión que nos haga entender lo importante que fue la lucha de la mujer en la iglesia, como lo es y como lo seguirá siendo aun dentro de la historia, para un paradigma patriarcal en donde las reglas hechas por hombres son las únicas valederas.

Esta presentación académica no es una visión retrospectiva de la historia del sujeto femenino y de sus luchas en el proceso de su posición como personas con voz y voto, como sucedió en la presentación. Sino es mas bien una vista teológica de la mujer, y de cómo hasta religiosamente se ha abusado de ella.

Es de esperarse que las iglesias en donde se habla de ética, de moral, de una vida cristiana, la igualdad en las mujeres puedan hacer eco, pero la realidad es otra. Son estas instituciones aun mas de talla fundamental y carismática, en las que la asistencia de las mujeres es más voluminosa, la que a veces discriminan con más auge a las mujeres, en donde se les mira más como objetos sin valor, y que se les puede utilizar al gusto del hombre, arguyendo que este es la cabeza, y que ellas solo son los instrumentos de estos. En otras se ve como instrumentos de pecado, de lujuria, tentaciones sexuales e infidelidades, dándole poca dignidad al cuerpo femenino.

Triste es decir en nuestros días que las mujeres siguen siendo victimas de la violencia social, económica y domestica (Carvalho, Esly 2000) pero mas triste es saber que muchas de estas mujeres que sufren violencia de este tipo, asisten a nuestros servicios culticos.
La iglesia debe ser la primera a levantar su voz profética y denunciar el terrible secreto de la violencia domestica, empezando con lo que pasa en su propia casa. (Carvalho, Esly 2000)

La cultura patriarcal, y como parte de la misma la religión patriarcal –en América latina como en cualquiera parte del mundo, -vuelve “invisible” a las mujeres y sus preocupaciones. La rigidez de la enseñanza tradicional sobre la ética sexual es un nivel más en este marco amplio. El machismo (Latinoamericano), cualquiera sea la forma de definirlo, también deja su marca en la teología. (Vuola, Elina 2001)
Pero existe un “Pero”, es que la mujer también ha hecho irrupción en la historia como sujeto político, social, religioso y moral. Dicha irrupción cuestiona en su raíz las estructuras patriarcales de la sociedad y de las religiones. (Tamayo A., Juan Jose 1996) esto ha conllevado a un progreso en la política, en la sociedad, y demás. Y nuestras iglesias no pueden ser la excepción.

Las mujeres ocupan un lugar importante en nuestras congregaciones (hay que aprender a reconocerlo), y debe ser denunciado el maltratado por ellas, que va desde el verbal, de acciones, físico y demás.  El gran problema es que el silencio se ha apoderado aun de nuestras iglesias, ha dominado nuestra cultura, porque pensamos que son los seres humanos indefensos y sin protección de ningún sujeto, que merecen el trato que se les da; pero es por esto que Dios se coloca a su defensa, ya que la mujer ha venido a representar un genero marginado por la sociedad, el mercado, y hasta de las comunidades eclesiales; las victimas de la ideología machista, necesitan de alguien que los rescate de su marginalidad, y Dios a través de nosotros representa esa mano extendida, ese socorro en el naufragio de un mar de pobreza en las instituciones religiosas.

Es sorprendente el contraste entre iglesia y el precursor de la iglesia, entre lo que es y lo que ha venido siendo la iglesia. Al observar en los evangelios que Jesús en sus caminos evangelizadores fue acompañado y apoyado por las mujeres que le seguían, vemos que Jesús nunca apoyo la discriminación de estas, es mas uno de los textos mas claros que he leído y que ha sido de inspiración para este escrito es el de Elsa Tamez, Las Mujeres en el movimiento de Jesús el Cristo; en este ella nos recuerda parafraseando que había muchas mujeres y no solo una que acompañaba a Jesús en su ministerio, y que este buscaba la transformación social, aun en medio de un contexto romano de discriminación y de tantos problemas sociales, como es el de la mujer; pero Jesús no hacia distinción entre mujeres y varones; por el contrario, una de sus características consistió en proponer un orden de vida diferente al modelo jerárquico. (Tamez, Elsa 2003)
Jesús sintetiza ejemplarmente en su persona el elemento masculino y el femenino. Ahora Jesús tampoco propone un modelo de mujer, solo las acepta en su inaceptación social, y con esto lleva a las mujeres a proponer y reinventar un modelo. Jesús fue en contra de los poderes establecidos, por eso murió y resucito, eso quiere decir que murió por la causa de la emancipación de las  mujeres también.

Pero no nos alejemos en la historia bíblica, muchos antes de Jesús en el antiguo testamento, en el génesis, encontramos algo que nos sorprende y que nos deja a la verdadera intemperie de una situación en particular, que a pesar de haberse escrito en un contexto totalmente patriarcal, como es la creación, fue transmitida por la tradición yahvista, para hacernos entender que el mito nos dice que la mujer sale de la costilla del hombre, o sea que la coloca al lado, a su misma altura, a su mismo nivel, y con idéntica dignidad. Tal atrevimiento de declarar a la mujer semejante al varón, debió de haber irritado enormemente a sus contemporáneos, y sin duda constituyo una idea revolucionaria en su época. (Valdés, Ariel Álvarez 2006)
¿Pero que respuesta daríamos aquellos mismos textos que supuestamente apoyan la discriminación de la mujer?, y que sutilmente usan las iglesias para destronar a la mujer de la posición que Dios le dio desde un principio. Elsa Tamez contesta “Muchos textos fueron victimas de un contexto”, porque numerosos estudios prueban la amplia participación de la mujer en la historia de la iglesia y en el cristianismo primitivo… desgraciadamente esta participación fue eliminándose paulatinamente. Pero documentos bíblicos y extra bíblicos hacia fines del siglo primero y con más fuerza posteriormente, muestran como fue silenciándose a las mujeres. (Tamez, Elsa 2003)

Cada uno de estos asaltos en la comunidad cristiana primitiva no fue más que un tipo de violencia dentro de las iglesias, una violencia ética y social. Creo que para devolverle a la mujer su diginidad, y no solo a ella, sino a todos los marginados, es asumir como tal una actitud de religación de las relaciones personales y hasta impersonales (Dios – Hombre – Mujer- Naturaleza). En esta unión se lograra hacer de ella una familia o de un tipo de vida familiar, para ir en contra de la violencia, y estar del lado de la conciliación y de la paz, al igual que le devolveremos un valor humano absoluto a los discriminados, y éticamente se proveerá dignidad para estos.

No mas el modelo familiar de alguien que gobierna, controla, ordena y manda. Sino de una participación mutua de poderes y de roles en la casa, en donde se atiende cariñosamente los conflictos mutuos, se lucha juntos, y se escucha las necesidades del otro.
Frente a esta situación tan penosa y tan difícil de aceptar, porque son nuestras propias comunidades las que emprenden la violencia contra las mujeres, propongo reeducar la función de géneros en las comunidades religiosas, escolares, universitarias, y lo más importante en las casas (Ya que es allí donde se desprenden muchos de los principios de trato a la mujer). Esta nueva forma de educación, debe promover el respeto por la diferencia de genero, donde se valore y reconozca a los seres humanos no solo por sus roles y sus funciones, sino por ser personas.

Creo firmemente que cuando se presenta una nueva forma de ser masculino en nuestras iglesias, en donde se incluya no solo aceptar, sino apreciar socialmente lo femenino, se estará dando un progreso o un avance a los pasos de la misma iglesia.
La revolución de los derechos de la mujer es una obra de gracia de Dios (Haciendo una diferencia con el  feminismo, que en su búsqueda de libertad cae en la exclusión del hombre al igual como ser humano. Pidiendo ser respetada, pero sin un respeto ante ellos varones como seres humanos iguales, algunos le llaman matriarcado.), gracia para con aquellas mujeres marginadas por una sociedad que las aleja de vivir sus vidas de mujeres, y que las somete a múltiples opresiones. La violencia contra ellas es cada vez mas fuerte, pero sobre la base de un falacia idealista de los patriarcalitas.

Ante este sometimiento injusto, y ante las puertas cerradas para aquellas que traten de hacer teología a favor de las mujeres oprimidas, esta la gracia de Dios que nos ha sometido a desenmascarar los golpes bajos dados de la forma tradicional de ver a la mujer, para dar nuevos significados a una sociedad que debe cambiar sus argumentos de trato y especialidad a la mujer.

Mujer no significa placer sexual, o un objeto de servicio para el hombre en el hogar, ella merece su respeto y su comprensión, y como tal debe ser reconocida y tratadas como seres humanos.
Allí vemos la atención de Jesús en su ministerio, referente a las mujeres, como muestra de la labor de Dios, y de su gracia inmerecida, de su amor incomparable en cuanto a aquellos que han sido tomados como pocos (Cuestión a la que nos referimos anteriormente, citando el texto de Elsa Tamez).

El hombre en su búsqueda de hombría y de superioridad piensa que ellos son lo que deben tener riquezas, poder, posición social, mujeres atractivas, y son los que siempre están listos para el sexo, dispuestos a eyacular y dar satisfacción a las mujeres, nunca podrán ser rechazados, ni traicionados por una mujer, éxito en el trabajo o en lo económico, desafío permanente del peligro y negación de los procesos de duelos. (Moya, Cesar 2007)
Bajo estas tradiciones culturales, hemos estructurado la base de nuestras familias y hogares, dando así paso a un transmisión cultural generacional, en donde el hombre como macho, trata de no perder el control y sigue poniendo las pautas para sus relaciones en lo más intimo de su casa.

Es por esto que, Recuperados el sentido crítico y la autonomía, la mujer lee la biblia desde la hermenéutica de la sospecha. Y el texto sagrado, que hasta ahora era un instrumento ideológico al servicio de la opresión de la mujer, se convierte en principio inspirador de la lucha de las mujeres por la emancipación integral y contra la dominación patriarcal. El esfuerzo hermenéutico se concreta en la reconstrucción feminista de los orígenes del cristianismo, que descubre el protagonista de las mujeres en el seguimiento de Jesús desde galilea hasta el Gólgota, las libera de la marginalidad a que fueron sometidas por la interpretación jerarquico-patriarcal del cristianismo primitivo y les reconoce sus centralidades en la expansión de la fe cristiana mas allá de las fronteras judías. (Tamayo A., Juan Jose 1996)
La manifestación de la gracia de Dios es visto en el cese del sufrimiento de las mujeres, por el reconocimiento de los hombres en la igualdad de mujeres y hombres. Ni ellas son más que los hombres, ni ellos están sobre ellas, cuando la opresión cultural dominante es destruida, la gracia de Dios es manifestada como aceptación de niveles de igualdad entre seres humanos, y no humanos. (En el caso ecológico de la naturaleza)

El respeto de un hombre por la diferencia de genero, y reconocer que los seres humanos no lo son por sus roles, sino por ser personas, es una manifestación de la gracia de Dios y permitir que las mujeres hagan parte del reino de Dios, del amor inmerecido de Dios.
Dios no es intrínsecamente masculino, pero tampoco lo es femenino, esta de parte de aquellos que viven la vida desde la igualdad de genero, y la aceptación de la diferencia.

Debemos ser participes de la manera en como Jesús se acerco a los discriminados, con el discipulado de iguales, con la aceptación de los diferentes. La aceptación de las diferencias caracteriza a una persona sana integralmente, y con ello la hace cada vez más eficaz para tener mejores relaciones. Así la gracia de Dios se hace parte de la realidad, cuando estas mujeres antes en la marginadad ahora celebran la liberalidad y su emancipación.
¡A las mujeres no se les maltrata de ninguna forma, se les respeta y se las acepta como iguales!

BIBLIOGRAFÍA
-       Carvalho, Esly (2000) Un Secreto Bien Guardado: Violencia Domestica. En: Revista Signos de Vida. Pp. 41 - 43
-       Valdes, Ariel Alvarez. (2006) Adán y Eva: ¿Origen del Hombre y Denuncia Social? En: Revista Signos de Vida. Pp. 22 – 25
-       Tamez, Elsa (2003) Las Mujeres en el Movimiento de Jesús el Cristo. Ecuador: CLAI.
-       Tamayo A., Juan Jose. Hacia la Comunidad. 4. Imágenes de Jesús. Editorial Trotta. Sagasta, Madrid. 1996. Pp. 74-76.
-       Moya, Cesar. Una Identidad Masculina Sana. En: Revista Signos de Vida. Septiembre 2007. Pp. 19-23
-       Vuola, Elina. El Derecho a la Vida y el Sujeto Femenino. En: Revista Signos de Vida. Septiembre 2001. Pp. 6-9

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